viernes, 13 de mayo de 2016





“Zeus quería, en efecto, que el hombre, cualesquiera que fuesen los males que soportara, no echase lejos de sí el de la vida, para que así tuviera que dejarse torturar siempre de nuevo”[1]. Los politeístas, en general, creían en dioses que no tenían tantas virtudes como creían, viciosos, caprichosos, egoístas, que crean conflictos entre ellos. Influyen en las guerras de los seres humanos y debido a esto, se crean desastres que llegan a destruir diversas civilizaciones. “El ser humano no sólo se pregunta teóricamente por el sentido de su vida, el significado de la muerte y los valores que deben regular la conducta humana, sino que vive en una radical inseguridad existencial, que, a veces, se presenta de forma angustiosa, ya que una dimensión experimentada en el mismo trauma del nacimiento”[2]





[1] Nietzsche Friedrich, Humano, demasiado humano, Ed. Editores Mexicanos Unidos, S.A., México 2001, p 72.
[2] Estrada Juan Antonio, Del politeísmo al monoteísmo: Los riesgos de los fundamentos, p 8.

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